Cuando la diabetes llega a nuestra vida puede parecer una situación realmente desmotivante, nos rompe no solo el corazón sino el alma. Independientemente de quién sea quien la vive, cuando llega a nuestra familia hay dolor, sufrimiento e incluso algunas culpas. Pero, siendo honestos, más allá del dolor ¿podría la diabetes tener algo positivo o haber traído algo bueno a nuestras vidas?
Lo sé y antes de que parezca que estoy fuera de mis cabales, debo reconocer que para mí y mi familia la aparición de la diabetes ha sido todo un proceso. Pasamos por todas las etapas de duelo y no de forma continua y precisa. Hubo vaivenes entre una etapa y otra, estancamientos en alguna e incluso retrocesos.
Pocas cosas en esta vida son lineales y la diabetes definitivamente no es una de ellas. Puedo decir incluso que hay ocasiones en las que he tenido burnout que siento que regreso, si bien no tanto al inicio pero sí a algunas etapas de duelo y es que sí, definitivamente la diabetes duele... y mucho.
También tengo que aceptar algunas cosas, situaciones e incluso personas que la diabetes ha traído a mi vida y que no son tan malas e incluso algunas son lo mejor que me pudo haber pasado en la vida y se, que si no tuviera diabetes, no las tendría (o habría conocido o habría vivido).
Recuerdo bien a mi hermano que se quejaba con mi mamá cuando era más pequeña diciéndole : "a mi hermana SIEMPRE le toca estrenar". Claro, en ese momento yo volteaba a verle extrañada, ¿qué era eso que estrenaba siempre y no me había dado cuenta?. Mi hermano continúo diciendo: "siempre estrena que tiras, que cosas para la diabetes, que tenis para ejercicio porque necesita hacer ejercicio y sus pies deben estar cuidados". Tiempo después comprendí que, más que quejarse de lo que estrenaba quizá estaba quejándose del tiempo que mis papás dedicaban a mi cuidado. Mis papás siempre han sido los mejores papás del mundo y estoy segura que sin diabetes me habrían cuidado igual pero con menos estrés y angustia. En fin, ahora me siento muy afortunada porque la diabetes me trajo ese "apapacho" extra de ellos y eso lo agradeceré siempre.
Pero retomando el tema. En casa siempre se comía bastante bien, las verduras no podían faltar en cada comida y mi mamá se esforzaba por tenerla bien equilibrada. Mi papá por su parte siempre ha sido muy deportista, correr y el tenis son sus deportes favoritos. Así que esa parte no era algo que me faltaba sin embargo, con la diabetes se hizo mas énfasis en ello teniendo claro, impacto en toda la familia tanto la que vivíamos en la misma casa como a la familia extendida. Poco a poco llegamos a ser más de 8 familiares corriendo en la misma carrera y mi abuelita sentada esperando vernos pasar a todos. En casa de mis tias las verduras comenzaron a aparecer y los refrescos a desaparecer. Comenzó una cultura más saludable que confío que ha evitado o retardado la aparición de la diabetes y otras situaciones de salud en más de uno, ¡vamos, a mi abuelita le diagnosticaron diabetes hasta los 94 años!.
Después de mi diagnóstico hicimos tal difusión de los síntomas que en más de una ocasión el comentarlos con alguien conocido hizo que reaccionara y detectara a tiempo la diabetes de su familiar sin tener que llegar a cetoacidosis. A mi papá, por tener una hija nutrióloga quien siempre agrega algunos indicadores de diabetes en los estudios de sangre, pudimos darnos cuenta que presentaba ligeramente cifras fuera de las adecuadas confirmándolo con una Hemoglobina Glucosilada A1c, si, prediabetes. Lo bueno de lo malo es que de ese diagnóstico han pasado casi 5 años y con los mínimos cambios realizados (uno de ellos fue disminuir el estrés) se ha mantenido al margen y no ha habido necesidad de medicamento. Es decir, el estilo de vida de la diabetes le ha hecho detener el avance de prediabetes a diabetes. Los estudios de laboratorios de los últimos años han tenido valores debajo de prediabetes.
Algo que valoré mucho durante mi embarazo fue la importancia de mi cuidado y del impacto que tenía en alguien más, en mi bebé. Me di cuenta de la fragilidad de la vida y del efecto que tenía cada decisión que tomara en relación a mi salud (alimentación, actividad física, monitoreo, medicamento) en mí, en mi bebé y en mi familia.
La diabetes trajo a mi esposo, se que algunos saben la historia pero, para los que no la saben, en pocas palabras, mi marido fue diagnosticado erróneamente con diabetes tipo 2 hace 11 años, buscando nutrióloga me encontró y aunque tuvo que dejar mi consulta para poder salir conmigo tiempo después ganó tener a una nutrióloga y educadora en diabetes en casa, o quizá, la que gané más fui yo porque encontré al compañero de vida que entiende perfectamente lo que es una hiperglucemia y sabe qué hacer cuando se me baja la glucosa. Creo que al final ganamos los dos y hacemos un increíble equipo. Solo que, si no tienen mucho tiempo, no nos pregunten sobre diabetes porque difícilmente vamos a poder parar de hablar.
Los hijos observan y el nuestro no ha sido la excepción. Si bien, como buen adolescente sale con los amigos y consume alimentos que no son tan buenos para el cuerpo (pero que pueden alimentarle el alma), siempre trata de buscar el equilibrio: café o refresco sin azúcar, comer palomitas en el cine entonces cenar algo con menos carbohidratos y más proteína, hacer ejercicio todos los días, etc.
Algo por lo que le debo dar las gracias a la diabetes es mi profesión y mi vocación. Poder conocer y acompañar a quienes, como yo, viven con diabetes. Hacer comunidad, aprender y crecer juntos es sumamente enriquecedor. Que me hagan parte de sus vidas es algo de lo que siempre voy a estar agradecida.
En resumen, la llegada de mi diabetes sido positiva en:
· Saber que soy importante para los que me rodean independientemente de la diabetes lo cual me impulsa a cuidarme por y para mí y para ellos.
· Mejorar (aún más) los hábitos de alimentación en mi familia tanto nuclear como extendida.
· Motivar a hacer ejercicio, actividad física o movernos un poco mas.
· Impulsar a buscar un diagnóstico oportuno en gente conocida evitando llegar a la tan temida cetoacidosis diabética que puede causar mucho daño o incluso la muerte.
· Valorar la importancia y la fragilidad de la vida desde el primer momento.
· Darle el valor merecido al tiempo, a las decisiones oportunas y reconocer que existen ángeles en el camino que nos están cuidando y protegiendo.
· Llego el amor más dulce pero en rango más adecuado a mi vida.
· Mostrar y vivir el valor de la salud, de la alimentación, de buscar el equilibrio en la vida y que nuestro hijo sin grandes regaños o enojos lo tenga presente en su vida sin sentir que se está haciendo un esfuerzo o que es un castigo. Es decir, vivir la salud como un estilo de vida.
· Establecer el estilo de vida de la diabetes como un estilo de vida saludable, aún en nuestra familia sin diabetes.
Podría seguir enumerando las cosas positivas que ha traído la diabetes a mi vida pero, para resumir en una sola frase puedo decir que, gracias a la diabetes hemos aprendido a cuidarnos y amarnos más a nosotros mismos.
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