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Foto del escritorEugenia Araiza

Sobre las desapariciones en México, Latinoamérica y la diabetes.

Este es un texto que no debería estar escribiendo. No porque algo me lo impidiera sino porque no debería ser ni siquiera un tema.




La situación de seguridad tanto en México como en otros países de Latinoamérica es simplemente inconcebible. No tener la seguridad de poder regresar a casa cada día es algo que no debería pasar, no deberíamos vivir con miedo.


Esto me lleva a una seria conversación que tuve con mi familia hace unos años, ni siquiera estaba la situación como está ahora pero conocía o había escuchado de algunos casos en México. Recuerdo claramente haberle dicho a mis papás "si me llegan a secuestrar no me busquen esperando encontrarme con vida, no paguen rescate. Vivo con diabetes y dudo que alguien se preocupe por comprarme insulina o darme de comer para evitar una hipoglucemia. Haré lo posible para vivir pero con diabetes dudo lograrlo". Para "tranquilizar" la situación les comenté: "lo mismo si llegara a desaparecer en algún bosque o una isla desierta". La realidad es, cuando vivimos con diabetes tipo 1 necesitamos insulina sí o sí, necesitamos comida sí o sí.

Entonces pensé en un plan, aún sabiendo que no dependería de mí pero dentro de lo que "pudiera controlar" iría preparada para cualquier cosa.


Mi plan es el siguiente:

  • Siempre, SIEMPRE, comparto mi ubicación con mis papás y mi esposo. Con mi esposo esté donde esté es "voy a X lado, o con X persona, voy a tardar tanto tiempo", e incluso le decía la ruta que iba a tomar. Cuando llegaba le mandaba la ubicación con el mensaje "ya llegué, te amo". En ocasiones tanto de ida o de regreso estamos hablándonos por teléfono. Alguna vez una persona me dijo: eso es control. A lo que le respondí: para mí no, para mí es seguridad. Mi marido no me lo pide por control ni yo se lo doy por miedo, no es una cuestión de control, es cuestión de seguridad (y también que nos encanta estar platicando todo el tiempo) y, él hace lo mismo cuando sale.

  • Llevo dulces, pero no solo en mi bolsa, los llevo en mi pantalón. Durante un tiempo llevé un cinturón de ejercicio con dulces pero dejé de hacerlo... lo voy a reconsiderar.

  • Nunca lo hice porque ese pensamiento de "ay que exagerada" llegaba a mi mente antes de hacerlo pero llevar una pluma de insulina extra no estaría mal, algo que me de más tiempo antes de que se agote la insulina que tengo en la microinfusora o la que me administré antes de salir.

  • Glucometro con muchas tiras para ir espaciando su uso conforme fuera necesario.

  • Educación en diabetes, saber cómo actúa mi diabetes, proyectar tiempos, insulinas y necesidades.

  • En lo mágico de mi mente imaginaba poder platicar con las personas que me pudieran haber llevado sacando "la carta de la diabetes", es el único momento quizá en el que diría "tengo diabetes, no te voy a servir, te voy a estorbar, mira, aquí están mis moretones de cuando me inyecto insulina, déjame ir y no hablo más".

  • Orar, orar mucho por mí y mi familia.

Horrible ¿verdad?, hasta la piel la siento "chinita" o "piel de gallina" como decimos en México cuando escribo estas palabras porque NO, NO DEBERÍA SER ASÍ. No debería tener un plan para una situación como esta, debería tener mi mente haciendo otro tipo de planes. Pero, como sabemos cuando vivimos con diabetes, no hay peor realidad que la que no queremos ver.


Y mientras se organizan, resuelven y los gobiernos aceptan que estamos viviendo todos en miedo ante estas situaciones es necesario estar prevenidos.


Estos son pensamientos que he tenido, tanto tiempo, me enoja, me frustra pero decidí compartirlos con ustedes y que quizá juntos podamos tener otras ideas de cómo buscar sobrevivir en situaciones que espero NADIE viva o, como les dije a mis papás para suavizar el momento "por si me pierdo en el bosque o en una isla desierta.


¡Pido por la seguridad y tranquilidad de TODOS, hoy y siempre!



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