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Foto del escritorEugenia Araiza

La importancia de la comunidad que elegimos


La comunidad que nos rodea nos puede llevar a tomar elecciones que, pueden ser buenas pero también pueden tener algún rasgo negativo. De ahí la importancia de reflexionar, observar y decidir cómo queremos que nuestra vida sea para poder elegir la comunidad en la que necesitamos estar.



Hace unos días, tuve que viajar por motivos de trabajo y me encontré envuelta en una comunidad que me pareció maravillosa. No sé si fue coincidencia pero desde el chofer del Uber que me llevó al hotel noté algunas cosas que fueron haciendo click en mi, para bien.


El chofer del Uber, un señor delgado y alegre, me platicaba cómo a sus 78 años (parecía de menos) ha ido incorporando a lo largo de su vida hábitos que le permitían sentirse bastante bien. Cada mañana se levantaba y corría al menos 5km para después tomar un té verde, un jugo de verduras y algo de proteína que podría ser productos de animales más no la carne de animales pues era vegetariano. Durante el día llevaba en su coche una hielera con refrigerios saludables: fruta, verduras, quesos. Nada procesado. Me comentó que comer sano en la calle es más caro pero que, para evitar comer alimentos ya preparados él llevaba consigo lo que necesitaba, "es cuestión de planeación y de compromiso conmigo. Nadie tiene la obligación de interesarle lo que como ni debería interesarle, al único que debería preocuparle es a mí. Me di cuenta que lo que como tiene un efecto claro en mi día". Me dejó sin palabras.


Cuando llegué al hotel abrí el frigobar buscando algo que tomar. Lo confieso, estaba buscando una coca light y mi sorpresa fue ver que solo había agua. Tome una botella y me dirigí a la oficina que estaba a 1 cuadra caminando. Al llegar me encontré con una oficina amplia, no, no habían oficinas para los jefes, todos compartíamos el mismo espacio, solo había dos cubículos para hablar con pacientes, algunas salas de juntas, dos terrazas y la cocina. Al entrar me topé con un gran tapete justo en medio. Era tan lindo que no me extrañó que lo tuvieran ahí, aunque me preguntaba porqué no habría una mesa o algo que lo acompañara. Poco después descubrí que lo usaban para encerar las tablas de surf que se encontraban debajo de la escalera la cual lleva a un balcón donde comen juntos cada día.


Entré a la cocina y encontré un refrigerador si, con agua, no refresco, solo agua. Había café pero no azúcar y los snacks eran saludables, con poca o nada de azúcar y muy naturales. Salí con un café en la mano y una botella con agua y me dispuse a trabajar. Durante los 3 días que estuve ahí no escuché un comentario negativo, de nada, el lenguaje aún cuando surgía un problema era diferente, no eran problemas eran "retos", "formas diferentes de ver" y cómo podríamos encontrar cómo trabajar con ello. "¿Una oficina sin quejas?, ¿un trabajo donde a nadie le interesa cómo vas vestido sino cómo estás y cómo apoyarte a crecer?, ¿es en serio?" pensé.


Pero aún hay más, durante los días que estuve me levanté temprano, eran dos horas atrás de mi horario habitual así que tampoco costó tanto trabajo. A las 6 de la mañana estaba en la puerta de mi cuarto lista para salir a correr y darme cuenta que no era la única en hacerlo. Detrás de una pendiente que estaba justo atrás del hotel se encontraba el mar. El siempre maravilloso y mágico océano con todas las tonalidades azules y ese sonido que simplemente llena la mente de paz.

Bajé y continué corriendo mientras admiraba el paisaje, la brisa y las personas entrando al mar aún cuando el agua estaba helada. Todos iban y venían con un mismo rasgo en su rostro: una sonrisa. Y así, sin darme cuenta ya había corrido 5 kilómetros sin cansancio, sin pensar en el "sufrimiento" o "sacrificio" de haberme levantado temprano. De repente me detuve y lo sentí. ¡Estaba feliz!.


Cuando fui a desayunar encontré que ¡todo tenía verduras y frutas! y comencé a ver más allá y me di cuenta de que las personas durante esos días no tenían sobrepeso u obesidad y tenían algo en común: todas estaban activas, se movían en bicicleta o caminando para ir al trabajo. Durante esos días no encontré refrescos y qué creen que tomé todo el tiempo. Sí, ¡agua!. Tampoco habían bolsas de papas o productos industrializados, pero sí había fruta y verdura picada y combinaciones de nueces que se vendían como snack. En algún momento lo comenté en mi oficina, porque eso no lo había visto jamás y me comentaron que si, que era una realidad pero que la comunidad ahí era como una especie de burbuja y fue cuando pensé en nuestra comunidad con diabetes, la comunidad en donde vivo y más allá, mi familia que es mi pequeña comunidad.


Durante el tiempo que estuve ahí no tomé ningún tipo de refresco, solo agua. Hice ejercicio y salí a leer un libro por la tarde. Me moví más incluso dentro de la oficina, caminé más de lo que acostumbro y agradecí a la vida la oportunidad de darme cuenta que es algo realizable pero que necesito comenzar en mí.


La comunidad en la que estuve esos días, llamémosle burbuja o no, me hizo darme cuenta de algunas cosas que necesito mejorar en mi día a día para estar y ser más saludable y que si bien, la comunidad te empuja a hacer o dejar de hacer cosas, como no tomar refresco porque simplemente no hay, depende de nosotros decidir tomar lo bueno.

La comunidad comienza en casa.

No esperemos a llegar a una comunidad a que nos ayude a cambiar, seamos esa comunidad que motive a cambiar. Durante el viaje noté que si, nosotros comemos verduras en casa pero bien podríamos incrementarlas y eso hemos hecho, lo mismo con los refrigerios que le mandamos ahora al hijo que ya está en la escuela y en los desayunos y cenas. Retomamos el meditar un poco cada día y a darnos espacios para movernos durante el trabajo. ¿Les mencioné que en la oficina se dan espacios para caminar en la playa o ir a surfear a la mitad de la

jornada? ¿No les había dicho? Entonces probablemente olvidé comentarles que al regresar traían cara de felicidad y que me comentaron que su enfoque era mayor cuando se daban esos pequeños espacios para ellos. Y no, el espacio para ellos no era usado para ver sus teléfonos era para ellos. Y sí, ya me imagino qué pueden estar pensando: "con la oficina al lado del mar debe ser más sencillo". Sí y no, el mar me encanta pero no sé si teniéndolo al lado, lo valoraría como lo hago cuando me toca viajar. La cotidianidad le puede quitar lo mágico a las cosas, se vuelve rutina y la rutina va disminuyendo nuestra visión. Seguramente hay algo en tu casa, tu colonia o tu ciudad que cuando llegó a tu vida te llenaba de ilusión y ahora simplemente está ahí y no lo ves. Pero, con un poco de disposición pueden ser las cosas que te ayuden a tener un pequeño espacio para ti. Observa y descubrirás, quizá jugar con tu perro como cuando era cachorro o subirte a esa bicicleta que tienes como perchero o simplemente sentarte bajo la sombra de ese árbol que admiraste cuando te mudaste a tu casa. Cada uno tiene una versión del mar cerca de casa o de la oficina al que podamos ir cuando te sientes agobiado.


¿Si no sabes lo que necesitas, cómo puedes pedirlo?

La comunidad te jala, de ahí la importancia de estar en la comunidad adecuada para lo que tú necesitas, para lograr tu objetivo y para crecer. Pero, ¿qué pasa si no sabes lo que necesitas o hacia dónde ir? Pues se me ocurren algunos pasos que nos pueden ayudar a descubrirlo. Y voy a poner de ejemplo tener como objetivo correr un maratón. Si quieres correr un maratón (42.195 km) puedes hacerlo, pero no mañana, ni en una semana. Necesitaras meses de preparación no solo física sino mental (creo que a veces esta es la más complicada). Habrá que hacer cambios en alimentación, rutinas, horarios e incluso tener que decir no a algunas salidas. Pero, puedes hacerlo ¡claro que puedes!


· Paso 1. Ser honesto contigo. Este paso es complicado porque implica reconocer algunas debilidades que tenemos y salir de la zona de confort. Esto nunca es sencillo pero te puedo asegurar que, después de un tiempo de haber salido de la zona de confort te sentirás muy bien y volverás a ser honesto contigo mismo reconociendo muchas cosas buenas que también eres. A veces es más complicado reconocer lo bueno que tenemos a lo malo. Spoiler alert: Tienes muchas, muchas más cosas buenas que malas.

· Paso 2. Ser realista. Y con esto no me refiero a quitar del plan objetivos sino ser realista del esfuerzo, los cambios, la disciplina y el amor propio que necesites.

· Paso 3. Encontrar una comunidad con quien compartas esos mismos objetivos. Si quieres correr un maratón busca un equipo de corredores y úneteles. Con ellos no solo compartirás el objetivo, puedes aprender y crecer con ellos.

· Paso 4. Recuerda que la vida como las glucosas no son lineales. Subidas y bajadas pasan pero de cada una de ellas puedes aprender para qué, si vuelve a pasar, sepas que vas a estar bien y uses esos aprendizajes para salir de ahí mejor y más fuerte.

· Paso 5. Inspírate. Generalmente cuando comenzamos a hacer cambios en algo se van a ir generando otros cambios. Quizá comenzaste con la idea de querer correr y esto te llevó a hacer modificaciones en la forma en que comes. Inspirarte de personas que estén pasando o que hayan pasado por una situación similar es fundamental pero no olvides que cada persona es un mundo y cada persona lleva su proceso. Inspírate pero no pierdas tu base, tu piso, no te pierdas a ti en el camino.

· Paso 6. ¡Disfruta!. Sí, durante el camino habrá sufrimiento y esfuerzo, disfrútalo, significa que estás creciendo. Sí, durante el camino habrá días buenos, disfrútalos y recuerda esa sensación especialmente en los días no tan buenos. Recuerda el paso 4.

· Paso 7. Comparte. Comparte tus experiencias, tu vida y ve formando la comunidad en la que quieres vivir. Se parte fundamental de esa comunidad y mantenla en movimiento. Seguramente alguien más, necesita inspirarse.


Hagamos juntos comunidad. Una comunidad que nos ayude a crecer, a ser verdaderos, a ser más y más fuertes.






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