Todos tienen un mal día, un mal día le pasa a cualquiera incluso sin han realizado todo correctamente, es perfectamente normal y se necesita tomar de la mejor forma posible (al menos que queramos que el mal día se convierta en una serie de malos días).
Después del maratón tuve que estar en "descanso" una temporada hasta que me recuperé de la lesión de cintilla o al menos ya no sentir dolor. Después de la rehabilitación retome los entrenamientos, aunque sin posibilidad de ir a las clases de técnica y fuerza pero poco a poco fui avanzando, las piernas se sentían más fuertes y la resistencia mejoraba con los kilómetros recorridos. Por poco olvido como era checarme el azúcar mientras corro, perdí el ritmo pero lo fui recuperando. Aunque no suspendí totalmente el ejercicio, si disminuyó bastante después del maratón con lo cual tuve que hacer los ajustes necesarios en la dosis basal de insulina para continuar con el buen manejo. Sin embargo un domingo tuve un mal día. Inició desde la madrugada cuando tuve que levantarme al baño (cosa que prácticamente no me pasa), ahí supe que algo no andaba bien, me cheque y traía 230mg/dl. Hice mi corrección con la microinfusora y volví a dormir, en la mañana antes de desayunar vi que la glucosa se había mantenido, desayuné y volví a hacer la corrección. A pesar de haberme puesto a hacer arreglos en casa, pensando que ello ayudaría a la insulina a actuar, seguía sintiéndome un poco mal, la boca seca, un poco de cansancio y así mi glucosa antes de comer ya estaba en 560 mg/dl. A tomar acciones inmediatas, cambio de catéter, suerito sin azúcar y descanso. Terminé la tarde dormida pero cuando desperté mi glucosa ya estaba en 180mg/dl, todo regresaba a la normalidad. Obviamente ese día no hice nada de ejercicio, me lo tomé relajado aunque si le había comentado a mi marido que si la glucosa subía o se mantenía en esas cifras habría que ir al hospital sobretodo para evitar una deshidratación o investigar la causa de la hiperglucemia que podría ser una infección. Afortunadamente no fue necesario porque las acciones realizadas en casa fueron suficientes y la razón de mi repentina subida de azúcar en sangre fue solamente un catéter tapado. A lo que voy es lo siguiente: hay ocasiones en que uno está haciendo las cosas correctamente, hace ejercicio, come bien, se monitoriza la glucosa pero hay causas ajenas a uno que hace que uno esté mal o se descontrole. En este caso fue un catéter tapado que ni siquiera la microinfusora detectó. Como eso, hay muchas cosas en la vida que pueden salir mal: una mala decisión, una mal interpretación, una lastimada o simplemente algo ajeno a nosotros que nos impacta de alguna manera sin que pudiéramos tomar el control.
Las cosas pasan, las glucosas se suben pero lo que si podemos controlar es qué hacemos al respecto.
Mi marido. quien para mi fortuna también tiene diabetes. No, no me mal entiendan, para mi fortuna porque, como también tiene diabetes, ambos sabemos como se siente que el azúcar suba o baje y como afecta en el estado de animo lo cual nos hace empáticos, un poco más pacientes y tolerantes. Mi marido me comentó que le gustó que a pesar de tener el azúcar elevada estaba incluso haciendo bromas y no tan irritable como se pudiera haber esperado, yo creo que estaba feliz porque como me quedé dormida se chuto su partido de futbol americano sin mis interrupciones dudosas. Diferente habría sido si me hubiera estresado o enojado porque no logro tener el "control" de mi glucosa, lo cual habría generado incluso que la glucosa subiera más. Sabía que estaba haciendo lo que se necesitaba y era cuestión de tiempo y de tenerme paciencia para que los niveles de azúcar regresaran a lo normal. Sabía también que me quedaría un dolor horrible de cabeza así que previniendo eso me tomé un Advil el cual me ayudó a aminorar ese efecto. No se si el haber corrido el maratón en el que el cuerpo pasa por todos los dolores posibles y sin embargo, tanto el cuerpo y la mente saben que al final de esos 42.195 km todo ese malestar pasará tenga algo que ver. Lo que si se es que después del maratón hay dos formas de realizar las cosas: o lo tomas ligero, te tienes paciencia y mucho amor sabiendo que todo acaba y que si haces lo que se necesita para solucionarlo la respuesta llegará. O bien, te estresas, te enojas, te sientes mas mal, haces sentir mal a los que te rodean y al final... la respuesta llegará también, quizá mas tarde que en la primera opción, con sentimientos de culpa y mas disculpas que pedir.... al final de todo, después de un día malo llega un día mejor...
Nota del editor: este artículo fue publicado originalmente en el blog "Sweet Sweet Marathon..." y se ha adaptado y publicado con autorización de la autora.
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