El último fin de semana de abril del año 2014 fue mi regreso (para mi triunfal, aunque no en mis tiempos) a las carreras largas, hice mi primer segundo medio maratón después de dos años de haber prácticamente abandonado el mundo de las carreras.
Le había preguntado a mi entrenador si podía correrlo, me sugirió que lo llevara con calma a ver como me iba sintiendo en los entrenamientos, una semana y media antes de la carrera vi que tenía que correr 16km, mi oportunidad para saber si los correría o no. Aunque cansada, disfrute de esos 16km, especialmente por las glucosas, logre mantenerlas en un máximo de 140 mg/dl y un mínimo de 78 mg/dl, así que, nerviosa y todo, decidí correr el medio maratón, la verdad ya me había inscrito desde antes porque sabía que se agotarían los números y no quería quedarme con el “hubiera”.
Un día antes de la carrera me hidrate bien (raro en mi tomar agua por gusto, generalmente lo asocio con una hiperglucemia aunque no sea así, entonces tomo agua porque tengo que tomarla), comí algo de carbohidratos y vigile el conteo de estos (no quería que un mal conteo me llevara a una hipoglucemia o una hiperglucemia en la noche que me impidiera correr al día siguiente), me fui a la cama lo más temprano posible, tratando de dormir porque el nervio no me dejaba: “¿y si no término?” le decía a mi marido, “¿y si traigo al tránsito y la ambulancia atrás de mi por lo lenta?”. Él me daba ánimos pero el nervio, ese nervio del corredor antes de cada carrera sin importar cuantas hayas corrido antes siempre esta presente.
Después de una noche con algo de llovizna a las 6:40 de la mañana del domingo 27 de abril sonó el despertador. Contrario a otros días no necesito esperar a la segunda alarma, me levanto y comienza la rutina pre-carrera, checo glucosa: 87mg/dl, perfecto pero no para un día de carrera, me tomo un Yakult (15g de carbs) con lo que esperaría una subida de glucosa a 137mg/dl, me doy un baño para despertar, short, playera del equipo (ya les platicare de ellos), calcetines sin que quede una molestia o algo incómodo, tenis, reloj, monitor cardíaco (checo que si esté recibiendo la señal), cangurera con glucómetro, tiras, geles de glucosa, iPhone y audífonos, y me llevo un jugo, por sí las dudas… ¡¡estamos listos!!
Llegamos al área de salida, no veo a mi equipo pero me pongo a calentar, uno que otro conocidos, entre ellos mi hermano, comienzan a llamarnos al “corral”, me checo la glucosa, 114mg/dl, no suficiente para la carrera, suspendo la microinfusora y me tomo un jugo de uva (tal como lo hacía en los entrenamientos). Mi marido y mi hijo juntó con mucha gente a un lado apoyándonos a todos los que corremos. 7:50 am, himno nacional, protocolo… listos… ¡fuera!!
Nervios nerviosos, 8:00 am salgo, no a velocidad alta, mantengo en la cabeza que voy por 21km y si exprimo la energía me quedare sin nada, es difícil porque el ritmo de los demás te jala, 4:58 min por km, ¡bajale, mantente! Me dije, mi ritmo para los 21km iría de 6:22 a 7:00 min por km. El cielo claro, sin una nube, mientras, la humedad de la lluvia del día anterior comienza a hacer estragos, yo que casi no sudo me sentía empapada y apenas iba en el km 5, tiempo de checar la glucosa: 189mg/dl, ¡nada mal, continuemos!, buen ritmo cardíaco, anímicamente bien. Los primeros kilómetros para mi son los pesados, tengo que estar mentalizándome que puedo hacerlo, porqué o quiénes lo hago, pensar que mi familia está en la meta y no pensar en los kilómetros que faltan.
Km 7, el punto de no retorno, ahí el camino con los corredores de 10km se separa, momento de analizar como me siento y si decido correr los 21 o quedarme con los 10… seguimos a los 21, no me duele nada, la glucosa bien y el reproche que me daría por quedarme sólo en 10 sería peor que correr hasta los 21km.
Km 8, glucosa 220 mg/dl, “¿qué pasa?” Comienzo a repasar todo y entiendo que la adrenalina liberada por la emoción de la carrera pudiera afectar mis niveles, vuelvo a activar la microinfusora y me doy 0.7 unidades de insulina para bajar los niveles a 185 mg/dl. Ventaja del correr: tu mente esta “libre” para hacer esos cálculos sin afectar la carrera.
Km 9, corría por zona conocida, por donde vivo, veo vecinos apoyando a corredores, los saludo y comienzo a buscar. Sabía que mi papá estaría ahí con un jugo en la mano por sí las hipoglucemias, veo su sonrisa y me llena de energía ¡claro que lo terminaré!, me toma foto y le digo gracias pero no gracias al jugo y continuo más motivada porque se lo que a mis papás les implica que yo haga estos pequeños logros. Sobretodo a mi papá que fue el que me impulso a esto de la corrida.
Km 14, 9:30 am aproximadamente, el calor y la humedad es insoportable, sin embargo me veo sonriendo, mi niño corrió la carrera infantil de 1 km y mi esposo me mando mensajes de ánimo y una foto del chaparro con su medalla, corriendo por la avenida principal de la ciudad. Saco mi lancetéro y me pincho el dedo, por la misma circulación sanguínea sale un chorro ¡literal!. La gente en la calle y los otros corredores me ven, espero ansiosa que me pregunten qué hago para poder presumir que tengo diabetes y si, estoy corriendo el medio maratón, ¡porque puedo!. Glucosa 187mg/dl, ¡yeiii, soy buena en eso de los cálculos!, me siento orgullosa de mi y sigo corriendo.
Km 15 tome un poco de Gatorade (como lo dan en bolsitas no se cuántos carbos tome, así que al tanteometro) y agua, no sólo para tomar sino para poner en las piernas para refrescar y relajar ese dolorcito que me había comenzado en la rodilla derecha.
Km 18, me juntó con una señora y Enrique (no lo conocía y nos presentamos hasta la meta con todo y foto, era su primer medio maratón). Ahí nos íbamos echando porras, en esos momentos todos estamos en la misma condición , si uno se iba rezagando le decíamos: ¡anda, anda, ya estamos, ya llegamos". Glucosa 178 mg/dl, no tan mal el tanteometro, aunque ya sabía que después del km 12 la glucosa se estabiliza y ya no hay tantas hipoglucemias, sólo es cuestión de mantenerla en orden. Debido a que mi lancetero salió volando al checarme, llego la tan ansiada pregunta: ¿qué es eso?. Feliz y orgullosa respondí: tengo diabetes y necesito checar como va mi azúcar en la carrera ante lo cual vinieron más preguntas, las cuales, entre respiro y respiro contesté. Mi ritmo de carrera no era el mejor pero ya estaba cerca de llegar, ahora si podía apretar más el paso aunque el dolor de la rodilla continuaba.
Km 20, ¡ya estaba, lo había logrado! Veo a mi mamá, yo más que feliz y ella con lágrimas en los ojos al verme con mi sonrisa: “¿quién dijo que con la diabetes no se podía?” le dije, la bese, abrace y continúe. Mi papá corriendo unos metros a mi lado me dijo “ya, ya lo hiciste”.
No se puede explicar el sentimiento de esos últimos metros, sabiendo que estaba la gente que amo en la meta, que había estado ahí por esas dos horas con veintitrés minutos, esa visualización de llegar a la meta ya era una realidad, y con una buena glucosa que es lo importante para mi.
Km 21 y tantito… Veo salir a mi niño y a mi sobrina para acompañarme en los últimos metros y pasar triunfantes por la línea de meta, después de todo, también es su carrera. Cruzo la meta, a la derecha esta parte del equipo echando porras, me dan mi medalla y veo al fondo mi mayor recompensa, mi familia. A diferencia del otro medio maratón en este no hubo calambres, cansancio extremo, hipoglucemias o hiperglucemias, lo cual habla de un buen entrenamiento, manejo de glucosa y que el trabajo realizado durante estos dos meses fue fructífero. No me cheque la glucosa al finalizar sino hasta antes de desayunar: 165 mg/dl. ¡Misión cumplida!
Una vez más se ha ganado una batalla a la diabetes, una de las tantas que nos faltan, pero sobretodo, una vez más se demostró que la diabetes no controla ni te dice lo que debes o no hacer, no manda sobre lo que puedes o no puedes. Es uno el que maneja la diabetes y le dice hasta donde quieres llegar, por ahora llegamos a los 21km… pero este es sólo el inicio.
Nota del editor: este artículo fue publicado originalmente en el blog "Sweet Sweet Marathon..." y se ha adaptado y publicado con autorización de la autora.
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