Las mamás son mágicas, son únicas, son maravillosas. Independientemente de la edad que se tenga no hay nada, NADA mejor que el abrazo de tu mamá mientras escuchas de su voz calmada decirte que "todo estará bien", aunque ellas no lo sepan pero ese golpe de energía, tranquilidad y confianza que te inyectan es algo que no se puede describir.
Hay muchas cosas que he visto a mi mamá hacer y no estoy segura de que ella sepa que la estoy viendo. Hoy les comparto 5 de las cosas que más he disfrutado a mi mamá ver hacer.
1. Llorar. Después de un estudio que me realizaron en el que nos dijeron que algo en mi sistema nervioso no estaba bien y estaba perdiendo movilidad, ella dijo que me esperaría afuera mientras me subían a la silla de ruedas para llevarme a mi cuarto del hospital. Los enfermeros dejaron la puerta abierta y ahí, por un huequito logré ver cómo se derrumbaba en lagrimas mientras llamaba a mi papá para contarle lo que sucedía. Ahí supe que algo estaba mal conmigo porque no la había visto llorar antes. Minutos después llegó con la cara fresca y su hermosa sonrisa de siempre tomándome de la mano mientras me susurraba al oído "todo va a estar bien". Supe entonces que no era que no llorara antes, en ese momento me di cuenta de su fortaleza.
2. Estar cansada. Cuando estuve embarazada de mi niño tuve amenaza de aborto y mi mamá dejó de un día para otro todo y cruzó un océano para acompañarme y darme fuerza. Nunca dijo que estaba cansada pero una tarde la vi recargada en mi cama de hospital profundamente dormida pero nunca accedió a irse a descansar, no me dejó ni un momento.
3. Tener miedo. En una de mis tantas aventuras de vida y cuando aún se podía despedir en los aeropuertos en la puerta del avión me abrazó fuertemente mientras yo lloraba y me dijo "no tienes que ir si no quieres". "Si quiero" le respondí y me soltó sin saber lo que venía. No habían teléfonos celulares ni videoconferencias. Simplemente con todo el miedo me dejó ir.
4. Perder la mirada. Cuando mi abuelito murió íbamos en carretera mi mamá y yo solas, ella no se había separado de él ni un instante y fue justo en ese momento que sucedió. La vi orillarse, vi su mirada perdida, la vida le había arrancado a alguien muy, muy valioso y no sabía qué hacer. Jamás la había visto así, era ella la que siempre tenía todas las soluciones. Regresamos, no me dejó conducir, no sé cómo llegamos pero estuve ahí todo el momento, dandole agua, recordándole comer, abrazándola y buscando protegerla. Tuve la fortuna de estar ahí para dar fuerza a la mujer más fuerte del mundo y me dejó protegerla.
Solo son 5 cosas porque ya mis ojos comienzan a inundarse con lagrimas y el objetivo de este escrito es decirles a todas las mamás que nos ven que... las vemos, cada día, cada momento. Sabemos de sus noches en vela, de sus angustias pero sobretodo, sabemos el amor que nos comparten cada día y por eso y mucho más, hoy les queremos decir: ¡GRACIAS!
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